lunes, 3 de febrero de 2014

Había una vez…


En un lugar y tiempo muy cercanos un niño llamado Álex.
Álex tenía 4 años que había cumplido en Junio, así que Álex se sentía mayor, porque ya no eran simplemente 4 años, eran 4 años y medio, un matiz insignificante para nosotros pero de máxima importancia para él.


Álex tenía una hermana pequeña a la que adoraba, hacía sólo unas semanas que había cumplido su primer año de vida y reforzaba la idea de su hermano de lo mayor que era.


La niña se llamaba Lucía y por su edad todavía no habían empezado los conflictos fraternales, simplemente era un juguete más para Álex.


    Álex había llevado una vida feliz y tranquila, su papá trabajaba en una fábrica, aunque Álex no sabía exactamente haciendo qué, porque poco antes de su segundo cumpleaños la fábrica había entrado en algo llamado ERE o algo así y su papá había empezado a pasar mucho tiempo en casa.
    La mamá de Álex trabajaba en una tienda vendiendo carne, Álex había ido muchas veces a verla al salir del cole pero hacía unos meses que había llegado a casa muy triste y dijo que la habían despedido. Álex no sabía exactamente qué significaba aquello, pero tenía claro que debía ser algo malo.
    Sus papás habían comenzado a estar más en casa, esto hizo que Álex estuviera muy contento ya que ahora podrían pasar mucho más tiempo en familia.


    En el cole Álex tenía muchos amigos, era un niño como los demás, jugaba, aprendía y crecía junto a sus compañeros. Era un niño algo introvertido pero siempre dispuesto a compartir y muy sensible ante los problemas de sus compañeros.
    Sus mejores amigos, Ana y Juan, pasaban horas y horas con él en el patio, en clase, en el comedor…
    Un día, sin saber cómo ni porqué, Álex empezó a notar que su mundo comenzaba a desmoronarse. Sus papás, a los que él tanto quería, pasaban horas y horas discutiendo de cosas que él no entendía, pero lo peor eran las caras, los lloros y los gritos.
    Además dejó de ir al comedor del colegio, con lo que perdía horas de compartir juegos con Ana y Juan, y esto lo entristecía casi tanto como el ambiente de su casa.


    Mientras comía con sus padres veía en las noticias que el mundo en general parecía estar sufriendo la misma transformación que su propio mundo. Gente gritando, llorando mientras unos señores uniformados, que a él le habían dicho que su trabajo era proteger a los niños y a sus familias, sacaban a golpes a familias enteras de sus casas sin importarles que en ella vivieran niños indefensos como Álex e incluso como su hermana Lucía.
    Su preocupación fue creciendo viendo que en su casa empezaban a escasear algunos alimentos, que ya no les compraban chuches los fines de semana, ya no salían de casa…




    Álex comentó estas preocupaciones con sus mejores amigos, Ana y Juan los cuales se pusieron muy tristes al escuchar los problemas de su amigo.
    Las profesoras, al notar que el grupo estaba un poco nervioso y en especial Álex se notaba un poco triste y retraído les preguntaron a los niños que era lo que pasaba. Los niños se lo explicaron y la profesora de Álex se decidió a llamar a sus papás para hablar con ellos.
Los padres un poco avergonzados y superados por la situación ley explicaron que habían quedado en paro y que empezaban a pasar verdaderas angustias económicas, ya que incluso debían varias letras de la hipoteca y el banco había comenzado a amenazarlos con el embargo.




Al día siguiente la profesora reunió a los niños en un círculo en clase y les explicó básicamente la situación de la familia de Álex, para que lo comprendieran y trataran de animarlo.
Además les preguntó si se les ocurría alguna forma de ayudar a Álex y su familia para salvar su situación.
    Los niños escucharon atentamente a la maestra y tras unos segundos de silencio Ana alzó la voz y dijo muy decidida:
- Podríamos recoger juguetes de todos y venderlos para conseguir dinero para Álex.


Animados por la primera propuesta el resto de los niños comenzó a dar ideas distintas… aportar comida, dar dinero…



    La maestra conmovida por la situación pero al mismo tiempo ilusionada por la reacción de sus niños de hasta 5 años decidió comentar el tema con sus compañeros, los cuales desde el primer minuto se implicaron en ello.
    Organizaron un mercadito voluntario, uno de ellos se ofreció a pagar el comedor del niño…
    Con el tema del mercadito los papás de los otros niños se enteraron de todo, uno de ellos era un abogado importante y se ofreció a luchar contra el banco para alargar los plazos y negociar unas condiciones asequibles.
    Otro de los papás tenía una fábrica y ofreció un trabajo al Papá de Álex…



    Entre todos consiguieron que Álex, Lucía y sus papás volvieran a sonreír y a tener una vida normal.


    Ante un gran problema el pueblo se unió y se defendió a sí mismo.
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by Juan José Pinazo Torres
Idea original de Lucía Pinazo Polo

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